TORREîN, MŽxico. - El verdadero potencial de Santos, que se conoci— en los d’as de RubŽn Omar Romano, pero se extravi— con Diego Cocca, emerge de a poco, inevitable, como magma ardiente de la boca de un volc‡n, de la mano de Benjam’n Galindo.
Porque el orden defensivo y el poder ofensivo se reencontraron. Iv‡n Estrada, de gran duelo, y Oribe Peralta, autor del œnico gol, fueron el mejor ejemplo.
El peque–o defensor, lo mismo barre con los rivales desde la defensa lateral derecha y saca balones sobre la l’nea de gol, dos en este caso, que despliegaÊ y se une con alegr’a a la ofensiva, incisivo y vertical.
Oribe Peralta, todo indica, que por fin se ha convencido de lo buen jugador que puede ser. Frontal, encarador, lleg— a su sexto tanto de la campa–aÊ y es el mejor en la tabla de goleo nacido en MŽxico.
Cruz Azul es un equipo gitano, pero poderoso. Su ofensiva, cualquier tarde, arroja una serie de estampas igual bellas que efectivas. Tuvo 90 minutos, especialmente los 45 de la segunda parte, de empuje y buen futbol.
Christian GimŽnez y Emanuel Villa asumen su responsabilidad, y el juego de los celestes gira en torno a ellos, pero Estrada, Oswaldo S‡nchez, Santiago Hoyos, Felipe Baloy y compa–’a no les dejaron encontrar porter’a.
El equipo de La Laguna, aprovech—, principalmente, la combinaci—n velocidad-fuerza de Christian Su‡rez y Darwin Quintero para hacer da–o a la defensa de La M‡quina, en especial en la primera parte.
El œnico tanto del partido lleg— en una combinaci—n entre Su‡rez y Oribe a los 21 minutos. El ecuatoriano dio un servicio a Peralta, Žste encar— a dos rivales y dispar— raso y cruzado, imposible para Jesœs Corona. Quintero y Su‡rez tuvieron aœn sendas oportunidades, de fortaleza, que no consiguieron aprovechar.
Cruz Azul es unÊ grupo de buen traslado de bal—n y condiciones inmejorable adelante, y fue ganando espacios hasta obtener oportunidades en el arco de Oswaldo S‡nchez. Las mejores en la primera parte, un arribo de Edixon Perea por izquierda y un remate de cabeza de Waldo Ponce tras un tiro de esquina.
Pero en la segunda mitad, el bal—n fue totalmente de La M‡quina y las chances de gol tambiŽn, pero entonces la defensa de Santos, incluyendo Oswaldo. apareci— y dibuj— su estampa poderosa cual el Guerrero de su apelativo.
El ingreso de Javier Aquino por derecha, le dio fuerza al ataque y consistencia al visitante. Por ah’ atac— con insistencia La M‡quina.
As’, las llegadas a gol se sucedieron en ambas porter’as.
De un lado Ludue–a o Quintero disparaban que GimŽnez o Araujo probaban a Oswaldo. Fue en ese lapso que Estrada sac— los dos balones sobre la l’nea de gol, el primero a un disparo de Aquino y el segundo en una chilena de Villa.
Si Cruz Azul present— sus credenciales, oficiales y efectivas, en el encuentro, Santos de a poco se reencuentra, por fin se ve al espejo y se reconoce.
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